BAÑOS DE BOSQUE ÚNICOS EN CANARIAS
Naturaleza
En las Islas Canarias, archipiélago atlántico bendecido por una naturaleza de extraordinaria belleza, se pueden practicar baños de bosque también bajo el sol, en paisajes volcánicos o en sus Parques Nacionales
El Parque Natural de Las Nieves, en La Palma, con uno de los mayores bosques de árboles milenarios de las Islas Canarias y una impresionante cascada en su interior, es una de las 50 rutas españolas recomendadas en la primera guía de baños de bosque. Se trata del libro ‘Baños de bosque. 50 rutas para sentir la naturaleza’ (Editorial Alhenamedia), escrito por Alex Gesse y Gorka Altuna. “Un bosque es como una amistad, como un amor. Por eso incluimos el bosque de Los Tilos de La Palma en nuestros recorridos recomendados, porque la laurisilva es ese amigo de toda la vida con el que te ubicas, son tus raíces. Por algo está ahí desde la Era Terciaria”.
Alex Gesse y su equipo de colaboradores han seleccionado esta ruta de las Islas Canarias porque, en sus palabras, “el bosque de Los Tilos es realmente atractivo, no está muy concurrido y permite disfrutar de los beneficios que produce la naturaleza en los seres humanos”. “Caminar por este tipo de bosque canario nos ofrece experiencias sobre significados vitales, porque uno es consciente de que esos árboles, esa vegetación, esas especies que lo habitan, llevan viviendo de esa forma muchos años. Hay árboles de más de 50 metros de altura, ¡eso es impresionante!”, destaca. “Y en un momento de pandemia mundial, más que nunca, necesitamos esa sabiduría”.
Pero el bosque de Los Tilos no es el único lugar de las Islas Canarias donde practicar baños de bosque. Además de en La Palma, se pueden realizar también en La Gomera, donde la laurisilva del Parque Nacional de Garajonay ha impulsado a la UNESCO a declararlo Patrimonio de la Humanidad; en Tenerife, el Parque Rural de Anaga alberga el Bosque Encantado, uno de los mejores lugares de España para vivir la experiencia de los baños de bosque según la revista 'Conde Nast Traveler'.
En ‘Baños de bosque. 50 rutas para sentir la naturaleza’ se ha tenido en cuenta la conservación del bosque, la gestión y si son bosques de acceso público o privado. En este sentido, las atlánticas Islas Canarias son un lugar privilegiado de Europa no solo porque poseen una naturaleza única de extraordinaria belleza, sino porque pueden presumir de ser ampliamente reconocidas por la UNESCO con sus siete Reservas de la Biosfera: las islas de La Palma, La Gomera, El Hierro, Lanzarote y Fuerteventura, la mitad occidental de Gran Canaria y el Macizo de Anaga, en Tenerife. Este archipiélago posee, además, cuatro Parques Nacionales y once Parques Naturales, a los que se suman otras figuras de protección hasta llegar a un total de 146 espacios naturales protegidos, con lo que estamos en un lugar en el que, en palabras de Gesse, “podemos salir cada día a conversar con un amigo diferente, a enamorarte de una persona diferente, tal vez incluso a descubrir que uno es una persona diferente. Y todo eso muy cerca de los núcleos de población rural”.
Beneficiosos para la salud
“Cuando vaciamos nuestra mente de reflexiones y preocupaciones al caminar por el bosque, somos creativos, pero no solo porque no estamos pensando en nada, sino porque los ecosistemas que nos rodean actúan sobre la salud física y la salud mental. Entonces, podemos reiniciarnos y retomar nuestra vida con un mayor conocimiento de quiénes somos y de lo que queremos”, afirma Alex Gesse.
“Además, en Canarias son muy conscientes de lo importante que es cuidar la naturaleza para disfrutar de ella, que es justo de lo que se tratan los baños de bosque; porque esto no va de abrazar árboles, sino de valorar nuestro entorno y protegerlo”, apostilla el director ejecutivo del Forest Therapy Institute y fundador del Instituto de Baños de Bosque. Asegura que, según su experiencia de más de quince años, los baños de bosque producen beneficios tan simples como vivir bien o tener el efecto de un antiinflamatorio, pero también, y si se realizan de forma continuada o en largos periodos, reducen el riesgo de enfermedades cardiovasculares, funciones endocrinas e impulsión del sistema inmunitario, reducen la presencia del cortisol, disminuyen los niveles de azúcar y tiene efectos positivos sobre el sistema nervioso, además de actuar contra el estrés, incrementando la relajación, potenciando emociones positivas y aumentando la capacidad de atención, entre otros beneficios. En las investigaciones realizadas en la Universidad de Tokio, en Japón, país en el que comenzó esta práctica en 1982, sobre baños de bosque, que ellos denominan shirin-yoku, se obtuvieron estas mismas conclusiones.
Opciones más allá de los bosques
Como se trata de una experiencia de conexión con la naturaleza, puede hacerse también en las arenas doradas de las Dunas de Corralejo, en Fuerteventura, o en el Parque Nacional de Timanfaya, en Lanzarote, un paisaje volcánico sobrecogedor. “Los baños de bosque, la experiencia y el significado se pueden llevar al sol, a los volcanes, a la naturaleza en estado puro, y de eso en Canarias hay de sobra”, declara Gesse. Sin embargo, en estas islas orientales del archipiélago canario también se pueden hacer recorridos por espacios verdes como en el Castillo de Lara, conocido como el Pinar de Betancuria en Fuerteventura, o en Lanzarote, en el municipio de Haría, en el lugar conocido como El Bosquecillo, “aunque no cabe duda de que la naturaleza de estas dos islas nos cuenta otra historia sobre nosotros si admiramos las montañas de Fuerteventura o si dejamos que la vista se pierda sobre la tierra agreste y sin maquillajes artificiales hasta llegar al horizonte azul del mar de Lanzarote”.
En su opinión, los baños de bosque deben realizarse en grupos pequeños, de no más de quince o veinte personas que durante seis o siete días recorren juntos y en silencio la naturaleza sin rumbo, como mucho en sentido circular, pero no grandes recorridos, de 1 a 4 kilómetros, “porque no importa el recorrido, la experiencia es hacerlo, se tarde lo que se tarde”, señala. “Nosotros podemos hacer un recorrido de un kilómetro en tres horas, pero porque, una vez dentro del bosque, hacemos ejercicios, siempre diferentes, orientados a despertar nuestros sentidos, el oído, el olfato. ¿Has respirado el aroma del bosque?”, sonríe, “¿y mirar?; los ojos se abren al cabo de los días y vemos más cerca lo que está a nuestro alrededor, admirando los contrastes de luz y lo que ellos reflejan. Y, por supuesto, sales del bosque con su gusto en los labios. Por eso hay personas que los abrazan, porque el tacto de un árbol es muy especial, y son lugares muy adecuados para las meditaciones”. Explica que los baños de bosque en Japón se hacen en grupo, porque ellos necesitan socializar, “pero en Europa, por fortuna, hemos integrado la sociabilidad, así que vamos en silencio y lo que buscamos es despertar nuestros sentidos, adormilados porque los ruidos y el frenesí de la ciudad nos agreden”.